Arquidiócesis de
Santiago de Guatemala

Guías Litúrgicas para la celebración de la Eucaristía
o la Liturgia de la Palabra Dominical
con motivo del Adviento y la Navidad
Guatemala de la Asunción, Noviembre 2001

La Sagrada Familia - domingo 30 de diciembre

Moniciones
Guía homilética

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Monición introductoria


Hemos celebrado la Navidad, tratando de permitirle a Jesús que venga a nuestra vida como vino a Belén. Y este último domingo del año celebramos que el "Dios con nosotros" se encarnó en la historia a través de una familia ejemplar, la de María y José. Este domingo de la Sagrada Familia vamos a escuchar la Buena Noticia, el Evangelio de la familia, y aprovecharemos para reflexionar sobre la vocación y la misión de cada una de nuestras familias cristianas.

Acto Penitencial

En este último domingo del año es necesario que pidamos perdón al Señor por todos aquellos actos, actitudes, pensamientos, que nos han alejado de él y que especialmente no nos han permitido realizar la gran familia de los hijos e hijas de Dios en la paz y la justicia.
-Tu quieres que custodiemos la vida en familia.
Por todas nuestras faltas contra la vida: Señor, ten piedad.
-Tu quieres que construyamos familias que sean comunidades de vida y amor.
Por todas nuestras faltas contra el amor: Cristo, ten piedad.
-Tu quieres que vivamos como hermanos, miembros de tu propia familia.
Por todas nuestras faltas contra la fraternidad universal: Señor, ten piedad.
Monición a las lecturas

Los textos bíblicos que nos ofrece la liturgia de este domingo quieren ayudarnos a profundizar en el sentido de la fiesta que celebramos hoy. El evangelio nos muestra el modo con el cual José fue padre. De la primera lectura comprendemos la enseñanza sobre el modo de ser hijos. Y en la segunda lectura se reconoce que las relaciones en la familia se resumen en vivir la caridad, realidad que sintetiza también toda la vida cristiana. Escuchemos, pues, con atención.

Monición final

Hemos celebrado en la Eucaristía la presencia de aquel que nos hizo hijos del Padre y hermanos suyos. Ahora vayamos a realizar el proyecto de vida y amor que haga de nuestras familias, Iglesias domésticas donde nunca falte el Señor.

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Guía homilética

Objetivo de la homilía. Jesús nace en el seno de la familia humana, como hijo de la familia de José y María. El mensaje de la homilía de este domingo debe ser un verdadero Evangelio de la familia: anuncio de la presencia de Dios en esta realidad humana. Comunidad de vida y amor, la familia cristiana debe encontrar en la Sagrada Familia de Nazaret el modelo a imitar y debe constituirse en Iglesia doméstica. Eso supondrá para cada uno de los cristianos y cristianas un compromiso por realizar su propia vocación cristiana en familia y extender esta vivencia a toda la gran familia de los hijos de Dios.

Las lecturas de este domingo como punto de partida. Teniendo de trasfondo la difícil situación de la familia en el mundo de hoy, las lecturas de esta fiesta destacan el designio de Dios sobre la familia.

-La primera lectura está tomada del libro de Ben Sirá o "Sirácida" (llamado antiguamente "Eclesiástico") y es un estupendo comentario al cuarto mandamiento del decálogo: "Honra a tu padre y a tu madre". Ya que el individuo recibe la vida de su padre y de su madre (y de Dios a través de ellos), debe asumir la actitud de respeto y obediencia hacia ellos (y a Dios a través de ellos); si lo hace, garantiza vida y felicidad para sí. Jesús seguramente amó, respetó y obedeció a sus padres como se nos enseña en la lectura. La mayor parte de su vida la pasó en compañía de los suyos, aunque no sepamos las circunstancias concretas. Los judíos en la época de Jesús no conocían las actuales dificultades y crisis por las que atraviesa en nuestra época la institución familiar. Lo normal era que la familia permaneciera unida, que los vínculos entre sus miembros fueran muy estrechos y positivos.

-El Evangelio, en cambio, nos presenta en la figura de José lo que significa ser padre, en un momento concreto de la vida de la Sagrada Familia: el de su huida a Egipto para evitar la persecución desatada por Herodes. Haciendo lo necesario para proteger la vida del niño, José realiza su misión de padre y se coloca en plena obediencia a la voluntad del Padre Dios. Su gran mérito como padre está en haber puesto toda su vida a disposición de Jesús, obedeciendo al proyecto de Dios sobre él. Este pasaje es un maravilloso ejemplo de la providencia paternal de Dios sobre estos humildes esposos, a los cuales ha confiado los primeros pasos de su hijo. José buscó para los suyos, siguiendo las inspiraciones divinas, un lugar tranquilo y seguro, en donde pudieran vivir honestamente, dedicados a sus oficios y en la paz doméstica.

-La segunda lectura está tomada de la carta a los Colosenses y es una exhortación a la vida de amor en el seno de una comunidad cristiana. En ella se hace la aplicación de cuanto hemos dicho hasta ahora, mostrando que las relaciones familiares son una consecuencia de la vida creyente. La identidad de los "elegidos y amados de Dios" comporta el máximo de humildad y el máximo de respeto por los otros. De allí que la reciprocidad necesaria en las relaciones familiares debe estar animada por la caridad (comportarse con los otros como el Señor se comporta con nosotros). Es más, la Iglesia tiene que ser como una gran familia que vive en la presencia del Padre Dios con los sentimientos tan elevados y nobles que San Pablo enumera en su carta: misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión, perdón mutuo, paz.

Confrontamos el mensaje de las lecturas con la vida. Las reflexiones anteriores nos permiten iluminar con la Palabra de Dios las variadas realidades familiares que vivimos y reflexionar en las principales orientaciones del Magisterio acerca de la familia. A este propósito, convendría recordar dos textos: la Exh. Ap. Familairis consortio (1981) (un texto diríamos programático sobre el tema) y la Carta a las Familias (1994). Del magisterio local, convendría recordar también diversas intervenciones de nuestros obispos y, en particular, las líneas fundamentales de la pastoral familiar en nuestro Plan Pastoral Arquidiocesano. Comunidad de personas, la familia nace del matrimonio, sacramento de la unión de Cristo con su Iglesia. La misión de la familia cristiana ha de realizarse tanto en la formación de una comunidad de amor entre sus miembros como en el servicio de transmisión de la vida y de educación en los valores esenciales de la vida humana. Siendo célula primera y vital de la sociedad, la familia ha de participar en el desarrollo de la sociedad y de la Iglesia, constituyéndose en comunidad creyente y evangelizadora, en diálogo con Dios y al servicio del prójimo. La familia cristiana no debe ser como cualquier familia, debe vivir abierta a la entera comunidad eclesial, de suyo debe ser como una especie de "Iglesia doméstica" que se integra a la gran Iglesia constituyendo uno de sus pilares fundamentales. Las relaciones entre los esposos cristianos no están regidas por un simple contrato civil de matrimonio; entre ellos se realiza el misterio del amor de Dios significado en el sacramento del matrimonio y, junto con sus hijos e hijas, deben vivir los mismos ideales que la Escritura muestra para la Iglesia entera.

Sin embargo, al mirar las familias de nuestras comunidades, viene espontánea la pregunta: ¿por qué nuestras familias no son así? A este punto, convendría resaltar las dificultades que atraviesan las familias y los núcleos familiares en nuestra realidad arquidiocesana, especialmente en las áreas rurales y marginales. La violencia intrafamiliar, el machismo, el abandono de cónyuge e hijos, el divorcio, son todas realidades que enfrentamos y que se explican porque falta una apropiada educación para el amor que permita entrar en el proyecto de Dios para la familia. Convendría, incluso, comentar ciertas iniciativas de ley en nuestro país que no defienden la familia, como lo pide la Constitución Política de la República, sino por el contrario la ponen en riesgo. El Papa habla de la familia como del "santuario de la vida". Eso fue la Sagrada Familia. ¿Por qué nuestras familias no podrían también serlo? ¿Qué actitudes de las señaladas en las lecturas de hoy podrían ayudarnos para lograrlo?

Sugerencias para el compromiso. La homilía debe terminar mostrando como podemos transformar concretamente nuestras actitudes y, por tanto, las variadas situaciones familiares que vivimos para acoger el anuncio de la Palabra. Se trata de hacer presentes aquellas actitudes muy humanas que pueden hacer la vida familiar más conforme al plan de Dios: gratitud, lealtad, obediencia, generosidad, afabilidad, etc. Actitudes que deben ser asumidas por todos los miembros de la familia, especialmente hacia las personas más necesitadas de amor activo en el núcleo familiar. Los ejemplos dependerán de las circunstancias de los oyentes, pero han de llevar a un compromiso real de cambio.

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