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La persona, la familia y en particular la juventud,
enfrentan grandes retos en el mundo de hoy en el que
podemos asumir una actitud de mal entendida tolerancia,
indiferencia, apatía, ignorancia pasiva, negociación de lo
fundamental y relativismo; o podemos asumir esa actitud de
conocer, profundizar, considerar, vigilar, accionar y dar razón
de nuestra fe. Si asumimos esta última nos ayudará en ese
proceso de caridad cristiana en el que el Papa Francisco ha
insistido: “acompañar, discernir e integrar”1.
Esta Instrucción Pastoral Colectiva pretende ayudar
a los fieles de la Iglesia Católica a conseguir la eficacia en la
segunda actitud. Los retos de la familia en el contexto actual
constituyen un desafío pero también una tarea. Se ha querido
ofrecer un análisis de la situación actual de Guatemala, a la
luz de la ciencia, las Sagradas Escrituras, las enseñanzas de
la Iglesia, sobre todo de la Doctrina Social de la Iglesia y de
los últimos pontificados del Beato Pablo VI, San Juan Pablo II,
Benedicto XVI y el Papa Francisco, quien reiteradamente ha
advertido sobre la ideología de género como una colonización
que vacía el contenido antropológico de la familia.
Para responder a estos retos necesitamos una Iglesia
con una labor e iniciativas pastorales y apostólicas que
promuevan, juntos a la gestación del sujeto cristiano mediante
una asertiva iniciación cristiana, la formación de familias cristianas conscientes de su misión. Promover un laicado bien
formado en las cuestiones de Bioética, antropología, vida,
matrimonio y familia y filosofía, asequible y comprensible
para todos. No solamente para el debate cultural y social,
sino para el bien de las almas y para custodiar, con eficacia,
la revelación, en medio de tantas realidades apremiantes de
nuestro país, sobre todo en el interior donde debemos mostrar
la caridad cristiana que nos distinguirá como discípulos de
Cristo.
Que sirva este documento para conocer y profundizar
en este esfuerzo ideológico global y en las causas de los
problemas sociales, que pueden ser usadas como excusa para
su implantación, y así enfrentar con sentido de trascendencia
y con medios humanos y sobrenaturales, las verdaderas
soluciones; recordando que no puede haber mayor signo
de identificación con Cristo que el amor a cada ser humano,
nacido y por nacer, porque «Dios creó al hombre a su imagen,
a imagen de Dios los Creó» (Gn 1,27) y porque es la «única
criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma»
(GS 24,3). La Iglesia, a imitación de Cristo, siempre hará un
llamado a amar a todas las personas, nacidas y no nacidas,
por su intrínseca dignidad humana, que siempre debe ser
respetada.
Es urgente la promoción de auténticas comunidades
cristianas, asociaciones de familias, organizaciones, empresas,
instituciones públicas y privadas, y políticos que estén
dispuestos a promover el bien común y los demás aspectos de
la Doctrina Social de la Iglesia. La humanidad, no solamente la
Iglesia, necesita de verdaderos laicos dispuestos a testimoniar la hermosura del amor conyugal, la bondad social de la familia
cristiana y la construcción de una sociedad a la medida de los
hijos de Dios.
Guatemala de la Asunción, Enero del 2018
+ Gonzalo de Villa y Vásquez
Obispo de Sololá-Chimaltenango
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala
1 Cfr. AL 298ss.
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