Plan Global 2008-2016


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PLAN GLOBAL
CONFERENCIA EPISCOPAL DE GUATEMALA

2008-2016


Presentación
Introducción
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PRESENTACIÓN


Hace ya ocho años se elaboró el último Plan Global de la Conferencia Episcopal de Guatemala. En ese momento el documento base que inspiró la confección de ese plan fue la exhortación apostólica Ecclesia in America del siervo de Dios Juan Pablo II. Para su elaboración se contó con la participación de los vicarios de pastoral de las diferentes diócesis y arquidiócesis del país así como se consultó a las distintas comisiones episcopales de la Conferencia Episcopal. Se le dio originalmente una vigencia de cinco años. El año 2005, sin embargo, la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Guatemala decidió prorrogar por un bienio más la vigencia del plan. También entonces se decidió que el siguiente plan se haría solo con posterioridad a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que, como todos sabemos, tuvo su celebración el año pasado en Aparecida, Brasil siendo inaugurada por Su Santidad Benedicto XVI.

Como en la anterior ocasión, también en ésta para la elaboración del plan se consultó y se le pidió participación a las diócesis a través de los vicarios de pastoral y a las distintas comisiones episcopales de la Conferencia. El documento conclusivo de Aparecida así como la Conferencia misma constituyen el telón de fondo sobre el que este plan se quiso inspirar. El documento fue conocido por la Asamblea Plenaria de la Conferencia en dos diferentes ocasiones y, tras las sugerencias y correcciones de los señores obispos se presenta ahora este nuevo plan global que también se plantea con una duración de cinco años.

En la misa de apertura de Aparecida Su Santidad Benedicto XVI decía, con sabias palabras, que la fe que hizo de Latinoamérica el continente de la esperanza no es una ideología política, ni un movimiento social, como tampoco un sistema económico; es la fe en Dios Amor, encarnado, muerto y resucitado en Jesucristo, el auténtico fundamento de esta esperanza que produjo frutos tan magníficos desde la primera evangelización hasta hoy. Así lo atestigua la serie de santos y beatos que el Espíritu suscitó a lo largo y ancho de este continente. El Papa Juan Pablo II os convocó para una nueva evangelización, y vosotros respondisteis a su llamado con la generosidad y el compromiso que os caracterizan. Yo os lo confirmo y con palabras de esta V Conferencia os digo: sed discípulos fieles, para ser misioneros valientes y eficaces.

Este plan quiere lanzarnos entonces a la renovación de los esfuerzos misioneros de la Iglesia, que a lo largo de quinientos años ha querido siempre hacer del evangelio de Nuestro Señor Jesucristo la buena noticia de nuestra salvación para cada generación de guatemaltecos. Nos adentramos ya en el tercer milenio y lo hacemos confiados en Dios y agradecidos a El, sabedores de que llevamos en vasijas de barro el tesoro de la buena noticia, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios y no viene de nosotros (2Cor 4,7). Somos herederos de tradiciones misioneras que nos fundaron como Iglesia y somos también herederos más recientes de una Iglesia martirial en que muchos hermanos, tanto laicos como sacerdotes y religiosos a quienes por fidelidad al evangelio del Señor les fue arrebatada su vida. Nos confesamos discípulos de Jesucristo y asumimos el reto de ser misioneros suyos ante una sociedad guatemalteca tan cambiante y más necesitada que nunca de la Buena Noticia de Nuestro Señor Jesucristo.

Que estas páginas nos ayuden a todos en la Iglesia a sentir, en este año paulino, la urgencia de la evangelización que nos dice, en palabras del apóstol: ay de mí si no evangelizare (1Cor 9,16) a esta nuestra Guatemala.



INTRODUCCIÓN


1. Nuestro Plan Global de Pastoral tiene la mirada puesta en la V Conferencia de Aparecida. Los obispos de Guatemala renovamos con esperanza nuestro compromiso al servicio de la Iglesia, para que ésta siga siendo instrumento de reconciliación y de paz en medio del dolor y del sufrimiento de nuestro pueblo.

2. Hacemos nuestra la metodología pastoral de Aparecida, que se refleja en el ver/juzgar/actuar; es decir, orienta la mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad que nos rodea y así siembra en ella semillas de esperanza. En el fondo está la convicción de que necesitamos avivar una pastoral de la mirada: mirada de discípulos, que progresivamente van haciendo propios, en un camino vivo de encuentro, los “ojos” de Jesús para mirar de una manera nueva a Dios (Padre) y a las personas (hermanos); y mirada de misioneros, enviados a “evangelizar al mundo desde dentro” como le gustaba repetir a Pablo VI.

El numeral 18 de la Evangelii Nuntiandi alienta esta experiencia diciendo: “Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: “He aquí que hago nuevas todas las cosas” (cfr. Ap, 21,5). Pero la verdad es que no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos, con la novedad del bautismo (Cfr. Rm 6,4) y de la vida según el Evangelio (Cfr. Ef 4, 23-34; Col 3, 9-10). La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama (Cfr. Rm 1,16); 1 Cor 1, 18;2, 4), trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos”.

3. Aparecida plantea que debemos redescubrir la vida nueva en Cristo, vida que el Padre nos ha dado en Jesucristo, para ser fermento en la vida de las comunidades. El discipulado, la misión y la vida, son, en efecto, los tres ejes sobre los que Aparecida concreta su propuesta evangelizadora continental para los próximos años. Intenta ser una apuesta por la esperanza de una vida en plenitud, siguiendo a quien se ofrece como Camino, Verdad y Vida para toda persona que quiera escuchar sencillamente su llamado al seguimiento.

4. La esperanza de vida es el eje transversal y motivador del Documento de Aparecida. Se refiere en primer lugar a la vida que Dios comparte con el creyente gracias a la muerte y resurrección de Cristo y al don del Espíritu Santo y que inicia en el bautismo y llega a su plenitud en la eternidad. Se refiere también a la esperanza que el discípulo está llamado a infundir en la vida social, económica, política y cultural. Teniendo en cuenta las “dimensiones de muerte” en la que la vida cotidiana nos introduce, Aparecida intenta promover y acompañar a “misioneros/as de vida”, también para los contextos sociales humanos en los que ha de desarrollarse su misión.

5. Las exigencias de “vivir y dar vida en Cristo”, que asume el discípulo misionero, responde cabalmente a las indicaciones de nuestro Plan Global como Conferencia Episcopal de Guatemala. Es una respuesta, desde la fe, a la realidad. El misionero “ofrece la vida en Cristo”, no como un paso optativo, que pueda hacerse u omitirse, sino como consecuencia de su compromiso bautismal, que le exige ir y anunciar.

6. La realidad actual impacta directamente en la dimensión religiosa y ética de la vida de nuestro pueblo. Es preciso llevar hacia adelante una acción pastoral que, desde la legítima diversidad de culturas, oferte un sentido unitario a la existencia y a la valoración humana. En este sentido, ha de inspirarse siempre en el “diseño bíblico” de la voluntad de Dios para la humanidad: la filiación y la fraternidad, hechas ya sacramento en la Iglesia, pueblo de Dios.




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