Gran Jubileo del |
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Jubileo significa alegría. En el antiguo testamento se celebraban jubileos cada 7 años y debían devolver la igualdad a todos los hijos de Israel.
Jubileo es alegría dentro del corazón de cada uno. De la misma manera que Jesús fue un Jubileo para la gente de su tiempo, así el fruto de la acción del Espíritu es un jubileo para nosotros.
El jubileo es un año de gracia; año de perdón de pecados, y año de reconciliación.
¿Qué es el Jubileo del año 2000?
Según la tradición, Jesús nació hace 2000 años y desde hace muchos siglos la humanidad decidió girar el calendario alrededor del nacimiento de Jesús.
Hace 2000 años Jesús nació en Belén. Vivió poco más de 30 años en Palestina. Murió en la cruz en Jerusalem, resucitó de entre los muertos y subió a los cielos.
El hecho más importante de la historia es la Encarnación y la Redención de Jesús: El Misterio Pascual.
Por eso, la llegada del año 2000 marca el aniversario del nacimiento de Jesús, nuestro redentor. El Jubileo del año 2000 es entonces la celebración del 2000 aniversario del nacimiento de Jesús. Es la celebración de nuestra fe.
El Papa Juan Pablo II, escribió la Bula "Incarnationis Mysterium" para convocar a este Gran Jubileo. El texto completo de esta Bula lo puede encontrar en el Sitio oficial del Jubileo (mínimo, sin imágenes).
Significado del logo del Jubileo 2000
El logo simboliza la universidad del mensaje cristiano.
La cruz que abraza el campo azul sostiene a la humanidad reunida de los cinco continentes y representada por las cinco palomas.
Es el misterio de la Encarnación del Hijo del Dios, que se hace Hombre por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, simbolizada por el campo azul.
La Luz que se irradia desde el centro de la cruz indica a Cristo, luz del mundo, único salvador de la humanidad, "ayer, hoy y siempre", Christus, Heri, Hodie, Semper.
El entrelazarse de las palomas significa la unidad y la fraternidad a las que anhelan los hijos de Dios.
La vitalidad y la armonia de los colores recuerdan la alegría y paz como dones deseables de la celebración del Jubileo.
Oración del Santo Padre Juan Pablo II para la Celebración del Gran Jubileo del año 2000
1. Bendito seas, Padre,
que en tu infinito amor
nos has dado a tu Hijo unigénito,
hecho carne por obra del Espíritu Santo
en el seno purísimo de la Virgen María
y nacido en Belén hace dos mil años.
Él se hizo nuestro compañero de viaje
y dio nuevo significado a la historia,
que es un camino recorrido juntos
en las penas y los sufrimientos,
en la fidelidad y el amor,
hacia los cielos nuevos y la tierra nueva
en los cuales Tú,
vencida la muerte, serás todo en todos.
¡Gloria y alabanza a tí, Santísima Trinidad, único y eterno Dios!
2. Que por tu gracia, Padre, el Año jubilar
sea un tiempo de conversión profunda
y de gozoso retorno a ti;
que sea un tiempo de reconciliación entre los hombres
y de nueva concordia entre las naciones;
un tiempo en que las espadas se cambien por arados
y al ruido de las armas le sigan los cantos de la paz.
Concédenos, Padre, poder vivir el Año jubilar
dóciles a la voz del Espíritu,
fieles en el seguimiento de Cristo,
asiduos en la escucha de la Palabra
y en el acercarnos a las fuentes de la gracia.
¡Gloria y alabanza a tí, Santísima Trinidad, único y eterno Dios!
3. Sostén, Padre, con la fuerza del Espíritu,
los esfuerzos de la Iglesia en la nueva evangelización
y guía nuestros pasos por los caminos del mundo,
para anunciar a Cristo con la propia vida
orientando nuestra peregrinación terrena
hacia la Ciudad de la luz.
Que los discípulos de Jesús brillen por su amor
hacia los pobres y los oprimidos;
que sean solidarios con los necesitados
y generosos en las obras de misericordia;
que sena indulgentes con los hermanos
para alcanzar de ti ellos mismos indulgencia y perdón.
¡Gloria y alabanza a tí, Santísima Trinidad, único y eterno Dios!
4. Concede, Padre, que todos los discípulos de tu Hijo,
purificada la memoria y reconocidas las propias culpas,
sean una sola cosa para que el mundo crea.
Se extienda el diálogo
de las grandes religiones
y todos los hombres descubran la alegría
de ser hijos tuyos.
A la voz suplicante de María,
Madre de todos los hombres,
se unan las voces orantes
de los apóstoles y de los mártires cristianos,
de los justos de todos los pueblos
y de todos los tiempos,
para que el Año santo sea para cada uno
y para la Iglesia
causada de renovada esperanza y de gozo en el Espíritu.
¡Gloria y alabanza a tí, Santísima Trinidad, único y eterno Dios!
5. A ti, Padre omnipotente,
origen del cosmos y del hombre,
por Cristo, el que vive,
Señor del tiempo y de la historia,
en el Espíritu que santifica el universo,
alabanza, honor y gloria
ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
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