MENSAJE DEL EXCELENTÍSIMO SEÑOR ARZOBISPO DE
SAN SALVADOR
FERNANDO SAÉNZ DE LA CALLE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE EL SALVADOR
Primer Aniversario del asesinato de
Monseñor Juan José Gerardi Conedera
Plaza Central, frente a Catedral Metropolitana,
Ciudad de Guatemala


Un breve mensaje, en primer lugar me uno de todo corazón a las palabras pronunciadas por mi querido hermano Oscar Rodríguez Maradiaga. Saludo en primer lugar al señor Arzobispo Metropolitano primado de Guatemala, a todos mis hermanos, a todos ustedes hermanos y hermanas.

Estamos aquí presentes la mayoría de los miembros de la Conferencia Episcopal de El Salvador. Nos unen estrechos lazos de fraternidad con nuestros hermanos de Guatemala, con la iglesia entera de Guatemala, no solamente por la proximidad geográfica, ni por el -SEDAC- Secretariado Episcopal de América Central, que fue incluso precursor del CELAM, llevado a cabo por la visión maravillosa de Monseñor Luis Chávez y González, mi querido predecesor, sino porque además como lo ha recordado también Monseñor Rodríguez, la muerte, la sangre derramada de hermanos nuestros, obispos, ha sido también una experiencia de la iglesia que peregrina en El Salvador.

Hace casi 20 años se derramó la sangre de Monseñor Romero, pero además pensamos y lo hemos recordado también aquí en el sacrificio del altar, que hace aproximadamente 1966 años en el calvario se derramó la sangre de Cristo. De la sangre de Cristo nos han venido todas las inmensas riquezas espirituales. De ahí tenemos la iglesia, los sacramentos, todas las gracias santificantes, todo el amor de nuestras almas. Jesucristo como Monseñor Romero, como Monseñor Gerardi, murió por la maldad, por el odio, por la violencia pero de la sangre de Cristo y de la sangre de nuestros hermanos obispos han surgido la santidad y el amor y la paz y la justicia y la solidaridad. Pedimos, y hemos ofrecido en la santa misa esto, que la sangre de Monseñor Gerardi unida a la de Cristo en único sacrificio que se renueva en la misa y lo hemos renovado ahorita mismo, sea para el pueblo de Guatemala y para toda Centroamérica esa fuente inagotable de amor, de caridad, de paz, de justicia y de solidaridad.

Estos son mis deseos, pidamos al Señor por esto.

Guatemala, 25 de abril de 1999.

 

Fernando Sáenz de La Calle
En representación de la
Conferencia Episcopal de El Salvador

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